domingo, 9 de septiembre de 2007

Originales que somos los Eumeses



No debería admitirlo, pero las fiestas de As Peras de Pontedeume son unas de mis preferidas. No porque las disfrute a tope -este trabajo no deja hueco para tanta juerga desenfrenada-, sino por la gran variedad de actividades que se acumulan en estos cinco días de septiembre y por cómo los viven los eumeses. Con pasión y paciencia. «Estamos colapsados, pero ¿qué se le va a hacer?», comentaba ayer un guardia municipal. Pues eso. Pontedeume se metió de lleno ayer en las fiestas cuando asomaron por las angostas calles de la villa medieval los mómaros y cabezudos. Los gigantes son una de las señas de identidad de este pueblo que presume mucho de sus cosas. Ya por la tarde, las cantareiras más internacionales de la comarca, las de Faltriqueira, dieron el do de pecho asomadas al balcón de su casa consistorial. Ana Leira, Carolina Rodríguez, María López y Teresa García protagonizaron un pregón original, en el que, más que discursos, sonaron sus bellas voces para interpretar canciones que llegaron al corazón de los eumeses, como Copras á patroa, Lenda da ponte do demo y O río Eume. Las cantareiras apenas podrán disfrutar de sus fiestas patronales porque hoy parten hacia Oviedo para trabajar.

Patos no son, pero acabarán en el agua seguro. Las fiestas de Pontedeume viven hoy a mediodía uno de sus momentos álgidos con la cucaña marítima. Los que no estén puestos en el tema que sepan que la cosa consiste en una prueba de habilitad infernal apta para spidermans. Los participantes deben escalar a pulso por un palo inclinado sobre el agua y untado con sebo. Si consiguen no caerse a la ría y alcanzar el extremo se harán con un pañuelo que les reportará premios. Normalmente hasta que esa hazaña se completa, los chapuzones se suceden sin tregua. Este espectáculo llama tanto la atención del público que Pontedeume se pone especialmente imposible. La cucaña se desarrolla a partir de la una del mediodía en el muelle. Los que se animen a disfrutar de esta prueba deben ir con tiempo para pillar un buen sitio a lo largo del puente de piedra. No es nada descabellado recomendar que se aparque en Cabanas para no verse inmerso en una caravana interminable si uno se aventura a cruzar el puente en coche. Ese mismo consejo puede aplicarse para esta noche. Los jovencitos tienen una cita con el concierto estrella de las fiestas, que protagonizarán los argentinos de Ráfaga.

El domingo llegará cargado de fruta -por la mañana se celebra en la Alameda el tradicional concurso de peras, manzanas y melocotones- y de deportes. Por la tarde, a partir de las cinco y media, se disputará la 41 edición del Descenso do Eume, una prueba con solera que reunirá a unos trescientos palistas pertenecientes a 38 clubes de toda España. En los últimos años, esta competición se disputaba siempre los sábados, de ahí la metedura de pata cometida por una servidora en las páginas dedicadas a las fiestas de Pontedeume y publicadas en la edición de ayer. Los responsables del club Firrete, organizador del Descenso, se mostraron comprensivos con el error de fechas. Que quede claro que la competición de piragüismo será mañana domingo. Los que deseen disfrutar de la habilidad de los palistas para sortear los rápidos del río deberán tener en cuenta que la carretera del parque natural permanecerá cortada al tráfico a partir de la Alameda. Sólo será posible pasar de ese punto o a pie o en autobús cedido por la dirección de las Fragas do Eume. Pero, ojo. El Firrete, presidido por Ramiro Piñeiro, advierte de que entre las cuatro y las seis de la tarde el servicio de transporte público no funcionará porque la carretera deberá quedar despejada para que pasen los remolques con las piraguas. El club anfitrión recomienda a los aficionados que sean previsores y que se acerquen al parque natural ya por la mañana, que coman allí y que disfruten tranquilamente por la tarde de las evoluciones de los piragüistas.

Después de un fin de semana tan activo, no vendrá mal acudir el lunes a misa para participar en la renovación del voto a San Nicolás de Tolentino (a las doce del mediodía en la iglesia de Santiago). En el solemne oficio religioso se repetirá un ceremonial en el que se implican eumeses de todos los estratos sociales e instituciones para dar las gracias al copatrono por salvar la villa de un incendio en el siglo XVII. Al final de la misa se reparten unos bollitos que, según la tradición, protegen a los hogares de las llamas. Originales que son estos eumeses.

La Voz de Galicia

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